NO LE ESCRIBAS A UN POETA

No le escribas poesías a un poeta.
No le pagues con la misma moneda que bien cara a él le cuesta.

No le regales los oídos, ni lo colmes de cumplidos.
No lo dejes desnudo y desarticulado.

No le escribas poesías a quien las regala,
que lo dejas sin recursos, maniatado.
Que lo desvistes sutilmente de sus armas.

¿Qué será de él, convertido en penitente,
si tú robas su más mística belleza?
Si desvirtúas su proeza y la vuelves tan corriente...

No contestes al poeta. No seas impertinente.
Sólo calla, presume por dentro de tus mejillas coloradas.
¡Cumple con tu misión de halagada!

Se le ve pronto el farol a quien nunca va de frente.
A quien no tiene el valor de decirte lo que siente.
Tu poema me desviste y me vuelve un impostor.

¿Cómo se supone que entraré en tu corazón
si lo único que hago
tú lo haces mejor que yo?

ES PRONTO

No puedo hablar de tus ojos sin haberlos visto,
no puedo imaginármelos profundos y negros
como el pecado.
No puedo desear que se claven en mi ansia,
o que me desnuden sin manos.
Yo quiero ver su brillo de acero.

No puedo hablar de tu boca sin haberme perdido por ella.
Es pronto para empezar la guerra de lenguas.
No quiero imaginar el destierro de unos labios que son efímeros,
ahora que aún no me cubrió de deseo el deseo de tenerlos.
Ahora que aún no he mordido por tu cuello.

No puedo hablar de desnudarte en el silencio,
en la calidez de los cuerpos aterrados.

No quiero hablar de tu cintura,
ni de sienes, ni de curvas,
ni del vaivén de la primavera
que se viene y que me enreda.
No quiero hablar de tu vientre que me sabe a manos llenas.
Aún es pronto para el fuego de las pieles.

No quiero hablar de ese dulce caminar
como de luna contra cielo,
no puedo hablar de cuero contra seda,
de piernas, de hambre, de espaldas tensas.

No quiero imaginar el retumbar de tu pecho,
ni el temblor de empezar a besarnos al azar,
de besarnos porque sí.
No quiero pensar en flores, en el viento
moviendo tu cabello en la orilla del mar.
Ni en tus labios de carmesí.

No quiero disfrutar de tu olor ahora que estás lejos,
ni imaginarte fresca y limpia en la mañana.
No quiero soñar que me hundo en tu cuello
y que me invade el olor estival de fruta recién cortada.

No quiero abrigarme como un niño
acurrucado al ombligo de tu centro que no tengo.
Ni quiero que me abraces por la espalda,
como un sublime beso que te eleva todo entero;
y cerrar los ojos mientras dura ese momento.

No quiero que me veas rendirme a tu carita,
ni abanicarme con tus pestañas de sol negro,
ni ser preso de tus cejas.

Pero sobre todo, no quiero enloquecer
pensando en que te alejas.

DE CONCURSOS LITERARIOS Y DEMÁS PATRAÑAS

No sé qué osadía llevó a sus señorías a declarar,
de unísono estrépito, semejante tropelía como campeón literario.
Sin más yo les diría, que por su contenido, más parecido a un recetario,
el premio hubiera estado mejor dado a un boticario.

Pues era de poco entenderse como la letra del galeno,
receta más llena de blancos que de letras,
pomposo en la forma, de contenido carente.
Pues era bastante evidente que merecía,
sin ir más lejos, y a simple vista, un hondo repaso de ortografía.

Destapado este punto de descuido obviado
imagino que este jurado
estarase preguntando de qué puedo estar hablando:

Junto con otras vicisitudes veniales que, aunque violentas,
no vale la pena ventear, me gustaría exagerar en ese texto
el uso excesivo de la uve. Y aún dudé, y tuve
que acercarme al diccionario por si el que incurría en el error
era un servidor, tan sólo aficionado a la poesía;
y en la hache me detuve mientras no creía
que de pura baja que era la "hierva", no crecía.

Y sin embargo, en buena lid he de decir que a extensión
su texto es mejor que el mío. Y lo sabe todo el mundo.
Yo, despistado por pensar que había un límite que no ultrapasar,
volví a dudar de mi memoria.
Volví a echarle un vistazo profundo a las reglas del concurso.
Y llegué a la conclusión de que las normas son como una noria.
Por encima y por debajo en cuestión de unos segundos.

Marcas de tahúr se desvelaban ante mi terrible inocencia.
Qué doloroso mal rato se instalaba en mis entrañas esa mañana.
Pues yo fui cumplidor en formato, en fecha de entrega,
y a pesar de ello muda mención me llega.
Pues yo fui cumplidor en la forma de escribir y hasta en el fondo, modestia aparte.

¿Qué menos hubiera cabido esperar que hacer llegar a los demás participantes,
algo de ánimo, algún consuelo, algún detalle?
Un segundo premio, o hasta un tercero; unas participaciones.
Una mera pedrea de gratitud para estimular las futuras ediciones.

Ara ja podeu dir quin text era millor.

Quedarà per a mi que jo vaig entregar quan calia entregar,
amb la longitud adequada i, sobretot, sense faltes d'ortografia.

DE CUANDO AÚN NO ESTABAS TÚ

Hoy vengo a hablar del tiempo de cuando no estuviste.
De cuando había que reptar, y mendigar
y rebañar las tabas que me daban de limosna;
de los quistes del pasado arrancados a bocados.

De cuando no estuviste tú quedaron estas marcas
como carriles por la piel de quien quiso querer;
raíles de vagones descarriados, hastiados
de vagar por la oscuridad del antes de tu ser.

Dame de beber, dame tu boca,
o la pequeña lluvia de tus lágrimas.
Dame que se calme la sed
de todo el tiempo que no estuviste tú.

Y si hay que comer, comeré de tu vientre,
pan que calma el hambre,
hogaza dulce llena de luz;
refugio para el niño que fui, escondido
del miedo de cuando aún no estabas tú.

Hoy vengo a hablar de cuando no estuviste tú
y sopló el viento, y se hizo invierno,
y se arrastraron de golpe todas las mareas
contra el dique seco de mi pecho yermo.

Hoy vengo a hablar de tus manos pequeñitas,
de la primavera de las flores que nacen sembradas por mi espalda
cuando me abrazas en silencio.
Son agua de mayo, son oasis de desierto
cuando te acercas y me riegan los susurros de tu cuello.

Y si hay que beber, beberé de tu boca,
de tus labios de sonrisa sempiterna.
De la caja de Pandora del revés, capital Tulengua,
para perderse en sus rincones en las horas de tormenta,
y aliviar los moratones de cuando aún no estabas tú.

Hoy las marcas de mi piel son improntas acalladas,
arropadas ahora con tu pelo precioso de azahar.
Que se enreda entre mis manos,
que me cubre el rostro
y me acaricia,
que aminora el frío de cuando te vas.
Tu pelo precioso, preciosa, que no se aleje de mí...

Que hoy he venido a decirte
que hasta las marcas de mi piel están enamoradas de ti.

LA SALVAJE LLAMADA

Es de madrugada mientras asumo mi rendición,
mientras asumo que pertenezco a tu suaves manos.
Es de madrugada, aún consumo otro cigarro,
no quiero dormirme mientras pueda pensar en ti.

Es una delicia verte sonreír
mientras te acercas al pequeño paraíso,
efímero, en el que espero tu llegada.

Así da gusto enredarse por las calles frías,
o anidar en los bancos de los parques,
o pasear con el declive de la tarde.

Es sencillo derretirse, entretenido compartirse;
es ligero el tiempo y plomiza la espera.

Y mientras me muerdes quisiera
diluirme por tu carne, y por tus venas.
Danzar por tus labios mientras se alza la aurora.

Es de plata el deslizar en tu cuello de mora.
¡Qué terrible obsesión que me encadena!
Es de fuego el tambor que me inclina los latidos,
que envenena mis sentidos, que me quema.
Es constante el temblor, y consentido,
de la salvaje llamada de tu boca.

TE ODIO

Te odio por la insolencia de tu desprecio.
Te odio por caminar con la cabeza erguida,
por emborracharme con tus ojos y dejarme ahí tirado.

Te odio porque me alzaste demasiado,
porque no has mirado ni una sola vez atrás,
porque no supiste recogerme.
Te odio por la miserable vida que te empeñas en mantenerme.

Te odio para encontrar una salida
al callejón de tus huellas por la arena.
Por llevarte la pena de lo que pudo haber sido y nunca fue.

Te odio porque tuviste todas las oportunidades
de mis manos que nunca dan, y ninguna cogiste.
Sólo sirvieron para abanicarte todas mis ansias por llamarte.

Te odio y ahora me vienes
acordándote de las marcas de mi piel.
¿Y bien?
¿Qué es lo que esperas que diga
si fuiste tú quien me mandaste callar?
¿Qué se espera que se haga con el silencio
sino convertirlo en viento que te obliga a caminar?

Fue bonito mientras mintió tu boca diciendo que era mía.
Fue bonito enseñarte mis cicatrices, y pasear,
y pensar que por siempre así sería.

Pero las marcas dejaron más marcas,
y yo me desmarqué de cansarme de esperar,
y tú no deshiciste las altivas trenzas
que un día, de mentira, me encandenaron.

Ya cesaron los latidos que me aunaban a las ondas de tu pelo.
Ya dejaron los latidos de darle sentido a los relojes de la madrugada.
Se quedó parada la esperanza en la parada del tren
y esperando tu llamada se marchó andando al hotel.

EL OTOÑO

El otoño sobre mis párpados meciendo las hojas, y las sombras.
Es un sueño pesado, plomizo, el saco de años a la espalda.
Es la guadaña de la sonrisa de acero.

Es la puesta de sol de los sentidos,
es la piel arrugada, el frío en los huesos incluso en verano.
Es saberse charco de agua; reflejar, yacer en el suelo
y mirar al cielo a la espera de otro trago, como si fuera el último.

Otoño en los sentidos y polvo en la memoria;
la cabeza como una noria y los pies como dos pozos.
Se arropan de viento y de costumbres los hombros,
y como un viajero, la mirada perdida húmeda y nostálgica.

ME DICES COSAS BONITAS

Me dices cosas bonitas y yo callo
como un gallo en días de eclipse

que no sabe a qué luz cantar,

de qué luna despedirse.


Me dices cosas que no sé cómo encajar,
y en mi apolillado armario los piropos recibidos

son corsarios que me tiñen el rostro de sangre y perla;

son islas desiertas de mis mil mundos perdidos.


No sé qué decir para devolverte las rosas que me lanzas,
yo, que sólo sé parir del barro y de la nieve,

yo que no sé dibujar.

Yo que sólo sé naufragar, te abalanzas a mi mar

a esperar a que nos lleve la corriente cálida del trópico.


Mejillas rojas de uso tópico, silencio impuesto en la árida garganta cautiva.
Se le agarran las palabras en el canalón de saliva al gallo que no canta.
Y mirar de soslayo de tu cumbre hasta tu falda
parece mejor jugada

si quedo expuesto a la costumbre olvidada

de endulzarme la herrumbre por las bocas enfrentadas.


Será mejor besarnos, que hace frío,
y dejar el chantillí de tu boca para el postre de tu cama

cuando toque a noche loca, a colgarnos,

a trepar de rama en rama, a columpiarnos

y a saltar por el vacío por el valle de tus piernas
hasta el río donde mueren los poetas.