ALICIA II

Te estoy buscando, como un sabueso.
Te estoy siguiendo el olor, en cada esquina,
voy persiguiendo tu sombra,
el dulzor de la estela de tu cuello,
tus pisadas tenues de plastilina.

Alicia sin ciudad,
mil cabezadas, sigue sin despertar,
mil punzadas, mientras el verano se acuesta
en la siesta de los párpados cansados de no descansar.

Te estoy buscando a través
de las voces que se esconden tras tus pasos.
Con jarabe de tu nada y dos hielos que esquilmé
de tu mirada en un momento descuidado,
lleno el vaso, y de un trago
trato de quemar mi garganta
yerma que no liba de tus luminosas manos.

Así se emborrachan mi paciencia y tu mentira,
de la mano paseando
por el bulevar de los sueños hechos trizas.
Y rodar de bar en bar hasta olvidar
que una vez supe pintar de memoria tu carita.

Alicia duerme tras el vendaval,
soñando que se evapora hasta otra ciudad,
se la lleva la corriente, y de repente,
agujero negro en mi pecho arrancado de simiente.

A veces siento que está jugando con mi boca;
al azar se acerca y se derrite,
se desnuda y me desviste, y no me toca,
y al azar juega con rozar piel y susurro
con anudarme el alma para luego echarla a volar...

Se hace migas mi orgullo, trago saliva,
no es posible que me hayas arrancado de tu vida,
no es posible que me hayas abrasado las retinas.
Yo quiero verte caminar, bailar,
que me traigas de vuelta la primavera...

Yo quiero que me vuelques en la acera,
que me sientes en cualquier banco y se muera el tiempo,
que me eches el telón, que me pidas perdón,
que llores en silencio,
que cubras tu cara con tus manos de cera
y callada, perdonarte;

Cualquier cosa antes que olvidarte...

ALICIA

Alicia huía de la ilusión,
de decirme las cosas bonitas que sé que escribía.
Tenía miedo de llegar al final,
por miedo a encontrarse un principio
que ya sabía cómo iba a terminar.
Y nunca pedía las cosas a los demás.

Alicia sólo sabía mirar al mar
y buscar con los ojos verdes
un auxilio en el coral.

Pero la marea dibujó sus manos desnudas
impregnadas de preguntas que nunca nadie pronunció.
Y para dormir en el interrogante
me enrollé en su elegante cuello de musa,
en busca del refugio que jamás tuve delante.

Cuenta la historia que así la perdí.
Que en vano estoy escribiendo, que en silencio
se escurrió de mis manos
como el agua de la tristeza que llevaba en su mirada.

- "Me siento perdido sin ti..."