ES PRONTO

No puedo hablar de tus ojos sin haberlos visto,
no puedo imaginármelos profundos y negros
como el pecado.
No puedo desear que se claven en mi ansia,
o que me desnuden sin manos.
Yo quiero ver su brillo de acero.

No puedo hablar de tu boca sin haberme perdido por ella.
Es pronto para empezar la guerra de lenguas.
No quiero imaginar el destierro de unos labios que son efímeros,
ahora que aún no me cubrió de deseo el deseo de tenerlos.
Ahora que aún no he mordido por tu cuello.

No puedo hablar de desnudarte en el silencio,
en la calidez de los cuerpos aterrados.

No quiero hablar de tu cintura,
ni de sienes, ni de curvas,
ni del vaivén de la primavera
que se viene y que me enreda.
No quiero hablar de tu vientre que me sabe a manos llenas.
Aún es pronto para el fuego de las pieles.

No quiero hablar de ese dulce caminar
como de luna contra cielo,
no puedo hablar de cuero contra seda,
de piernas, de hambre, de espaldas tensas.

No quiero imaginar el retumbar de tu pecho,
ni el temblor de empezar a besarnos al azar,
de besarnos porque sí.
No quiero pensar en flores, en el viento
moviendo tu cabello en la orilla del mar.
Ni en tus labios de carmesí.

No quiero disfrutar de tu olor ahora que estás lejos,
ni imaginarte fresca y limpia en la mañana.
No quiero soñar que me hundo en tu cuello
y que me invade el olor estival de fruta recién cortada.

No quiero abrigarme como un niño
acurrucado al ombligo de tu centro que no tengo.
Ni quiero que me abraces por la espalda,
como un sublime beso que te eleva todo entero;
y cerrar los ojos mientras dura ese momento.

No quiero que me veas rendirme a tu carita,
ni abanicarme con tus pestañas de sol negro,
ni ser preso de tus cejas.

Pero sobre todo, no quiero enloquecer
pensando en que te alejas.

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