LA SALVAJE LLAMADA

Es de madrugada mientras asumo mi rendición,
mientras asumo que pertenezco a tu suaves manos.
Es de madrugada, aún consumo otro cigarro,
no quiero dormirme mientras pueda pensar en ti.

Es una delicia verte sonreír
mientras te acercas al pequeño paraíso,
efímero, en el que espero tu llegada.

Así da gusto enredarse por las calles frías,
o anidar en los bancos de los parques,
o pasear con el declive de la tarde.

Es sencillo derretirse, entretenido compartirse;
es ligero el tiempo y plomiza la espera.

Y mientras me muerdes quisiera
diluirme por tu carne, y por tus venas.
Danzar por tus labios mientras se alza la aurora.

Es de plata el deslizar en tu cuello de mora.
¡Qué terrible obsesión que me encadena!
Es de fuego el tambor que me inclina los latidos,
que envenena mis sentidos, que me quema.
Es constante el temblor, y consentido,
de la salvaje llamada de tu boca.

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