SUGAR LADY

Afuera la ciudad se tiñe de frío y se disfraza con la neblina del río,
y por las aceras resbalan los sueños que nunca tuvieron sitio.
Una vez supe que te estabas preocupando. 
Alguien me llamó para contármelo.
Me emborraché hasta el desmayo para celebrarlo.

Apuro la cerveza, ya sin fuerza, del fondo de mi corazón.

Creo que perdió la espuma y la cabeza con tu último adiós.
Solo quiero quedarme aquí sentado, 
porque aunque me espere la luna de vuelta, su puerta 
sé muy bien que no lleva a ningún lado.

Quizá podría intentar hablar con ésta, ésa o ninguna, 

tener la misma conversación, con la misma sonrisa impostada,
y regalarle más mentiras a mi alma muda.

Sé que ahora tú andas persiguiendo esa lluvia suave. 

Al ritmo de sus gotas, aquella noche vuelve a traspasarme.
Como todos los puñales noto el vello de mis brazos erizarse, 
como queriendo buscarte.
Tu cara empapada me pide que te acompañe
y creo que salimos juntos, a volar.
Me gustaría elevarme, una vez más, y encontrarte, pero todas las caras son falsedad.
En mis recuerdos no duele tanto extrañarte, y creo que sé salir de este bar.

UNA NOCHE DE AGOSTO

¿Dónde quedaron boca y manos
y los vanos suspiros de echarnos de menos?
¿Qué fue de tus trenzas, de tus ojos verdes?
¿Qué pierdes o qué ganas con el silencio?
Quizás así te convenzas, hoy en día,
que en aquel agosto fuiste mía.

La callada por respuesta es tu única propuesta,
como una puerta cerrada que deja pasar por sus rendijas
la verdad abierta, y desnuda, y hecha trizas:
Bien cierta es la mentira que decía que fuiste mía.

Tú y yo, impulsos de barro contra el fuego
que luego solidificaron en Don Jarrón Rechazo de Porcelana.
Sus retazos son los trazos de la rendición que yace plana.

Y yo, que de esperarte me salieron vuelos, alas, nidos.
Bien tu sabes que las aves son capaces de emigrar
por muy rapaces que se vuelvan las uñas de tus latidos.
Me salieron puertos, veleros, y percheros donde colgar
el sombrero de esperar bajo la lluvia.

Te perdí, rubia, buscándote.
Me agosté en agosto, esperándote.
Te perdí por no saber contar los días,
te perdí por no saber esperarte aquel verano.

Te perdí pensando que eras mía...

TU OLOR

Tu olor me recuerda a otros olores del pasado.
Sé que es injusto, e inmundo,
besarte en los labios creyendo que beso otros labios.

Cierro los ojos, y mientras me aproximo a tu cuerpo
otro cuerpo invade mi mente furtivo.
Un intruso de hace un siglo, más vivo que todos los latidos de tu pecho.

Tu olor me lleva a divagar por otra piel,
a bogar en la deriva de lo que ya fue,
de lo que nunca será.


¡Qué extraña crueldad me tiñe los párpados del rostro equivocado!
Además sabiendo que la odio tanto, tanto...

Supongo que es el odio que va después del amor...

Tu olor; tú no tienes la culpa,
tu olor me secuestra de tus propias manos,
me empuja mientras me sujetas con tus brazos,
me vomita, mientras me besas, hasta otros labios.

¡Qué extraña crueldad me ciñe a lo inmaterial de quien se ha ido!
Además sabiendo que la odio tanto, tanto...

Supongo que es el odio que cura después del amor...

NO LE ESCRIBAS A UN POETA

No le escribas poesías a un poeta.
No le pagues con la misma moneda que bien cara a él le cuesta.

No le regales los oídos, ni lo colmes de cumplidos.
No lo dejes desnudo y desarticulado.

No le escribas poesías a quien las regala,
que lo dejas sin recursos, maniatado.
Que lo desvistes sutilmente de sus armas.

¿Qué será de él, convertido en penitente,
si tú robas su más mística belleza?
Si desvirtúas su proeza y la vuelves tan corriente...

No contestes al poeta. No seas impertinente.
Sólo calla, presume por dentro de tus mejillas coloradas.
¡Cumple con tu misión de halagada!

Se le ve pronto el farol a quien nunca va de frente.
A quien no tiene el valor de decirte lo que siente.
Tu poema me desviste y me vuelve un impostor.

¿Cómo se supone que entraré en tu corazón
si lo único que hago
tú lo haces mejor que yo?

ES PRONTO

No puedo hablar de tus ojos sin haberlos visto,
no puedo imaginármelos profundos y negros
como el pecado.
No puedo desear que se claven en mi ansia,
o que me desnuden sin manos.
Yo quiero ver su brillo de acero.

No puedo hablar de tu boca sin haberme perdido por ella.
Es pronto para empezar la guerra de lenguas.
No quiero imaginar el destierro de unos labios que son efímeros,
ahora que aún no me cubrió de deseo el deseo de tenerlos.
Ahora que aún no he mordido por tu cuello.

No puedo hablar de desnudarte en el silencio,
en la calidez de los cuerpos aterrados.

No quiero hablar de tu cintura,
ni de sienes, ni de curvas,
ni del vaivén de la primavera
que se viene y que me enreda.
No quiero hablar de tu vientre que me sabe a manos llenas.
Aún es pronto para el fuego de las pieles.

No quiero hablar de ese dulce caminar
como de luna contra cielo,
no puedo hablar de cuero contra seda,
de piernas, de hambre, de espaldas tensas.

No quiero imaginar el retumbar de tu pecho,
ni el temblor de empezar a besarnos al azar,
de besarnos porque sí.
No quiero pensar en flores, en el viento
moviendo tu cabello en la orilla del mar.
Ni en tus labios de carmesí.

No quiero disfrutar de tu olor ahora que estás lejos,
ni imaginarte fresca y limpia en la mañana.
No quiero soñar que me hundo en tu cuello
y que me invade el olor estival de fruta recién cortada.

No quiero abrigarme como un niño
acurrucado al ombligo de tu centro que no tengo.
Ni quiero que me abraces por la espalda,
como un sublime beso que te eleva todo entero;
y cerrar los ojos mientras dura ese momento.

No quiero que me veas rendirme a tu carita,
ni abanicarme con tus pestañas de sol negro,
ni ser preso de tus cejas.

Pero sobre todo, no quiero enloquecer
pensando en que te alejas.

DE CONCURSOS LITERARIOS Y DEMÁS PATRAÑAS

No sé qué osadía llevó a sus señorías a declarar,
de unísono estrépito, semejante tropelía como campeón literario.
Sin más yo les diría, que por su contenido, más parecido a un recetario,
el premio hubiera estado mejor dado a un boticario.

Pues era de poco entenderse como la letra del galeno,
receta más llena de blancos que de letras,
pomposo en la forma, de contenido carente.
Pues era bastante evidente que merecía,
sin ir más lejos, y a simple vista, un hondo repaso de ortografía.

Destapado este punto de descuido obviado
imagino que este jurado
estarase preguntando de qué puedo estar hablando:

Junto con otras vicisitudes veniales que, aunque violentas,
no vale la pena ventear, me gustaría exagerar en ese texto
el uso excesivo de la uve. Y aún dudé, y tuve
que acercarme al diccionario por si el que incurría en el error
era un servidor, tan sólo aficionado a la poesía;
y en la hache me detuve mientras no creía
que de pura baja que era la "hierva", no crecía.

Y sin embargo, en buena lid he de decir que a extensión
su texto es mejor que el mío. Y lo sabe todo el mundo.
Yo, despistado por pensar que había un límite que no ultrapasar,
volví a dudar de mi memoria.
Volví a echarle un vistazo profundo a las reglas del concurso.
Y llegué a la conclusión de que las normas son como una noria.
Por encima y por debajo en cuestión de unos segundos.

Marcas de tahúr se desvelaban ante mi terrible inocencia.
Qué doloroso mal rato se instalaba en mis entrañas esa mañana.
Pues yo fui cumplidor en formato, en fecha de entrega,
y a pesar de ello muda mención me llega.
Pues yo fui cumplidor en la forma de escribir y hasta en el fondo, modestia aparte.

¿Qué menos hubiera cabido esperar que hacer llegar a los demás participantes,
algo de ánimo, algún consuelo, algún detalle?
Un segundo premio, o hasta un tercero; unas participaciones.
Una mera pedrea de gratitud para estimular las futuras ediciones.

Ara ja podeu dir quin text era millor.

Quedarà per a mi que jo vaig entregar quan calia entregar,
amb la longitud adequada i, sobretot, sense faltes d'ortografia.

DE CUANDO AÚN NO ESTABAS TÚ

Hoy vengo a hablar del tiempo de cuando no estuviste.
De cuando había que reptar, y mendigar
y rebañar las tabas que me daban de limosna;
de los quistes del pasado arrancados a bocados.

De cuando no estuviste tú quedaron estas marcas
como carriles por la piel de quien quiso querer;
raíles de vagones descarriados, hastiados
de vagar por la oscuridad del antes de tu ser.

Dame de beber, dame tu boca,
o la pequeña lluvia de tus lágrimas.
Dame que se calme la sed
de todo el tiempo que no estuviste tú.

Y si hay que comer, comeré de tu vientre,
pan que calma el hambre,
hogaza dulce llena de luz;
refugio para el niño que fui, escondido
del miedo de cuando aún no estabas tú.

Hoy vengo a hablar de cuando no estuviste tú
y sopló el viento, y se hizo invierno,
y se arrastraron de golpe todas las mareas
contra el dique seco de mi pecho yermo.

Hoy vengo a hablar de tus manos pequeñitas,
de la primavera de las flores que nacen sembradas por mi espalda
cuando me abrazas en silencio.
Son agua de mayo, son oasis de desierto
cuando te acercas y me riegan los susurros de tu cuello.

Y si hay que beber, beberé de tu boca,
de tus labios de sonrisa sempiterna.
De la caja de Pandora del revés, capital Tulengua,
para perderse en sus rincones en las horas de tormenta,
y aliviar los moratones de cuando aún no estabas tú.

Hoy las marcas de mi piel son improntas acalladas,
arropadas ahora con tu pelo precioso de azahar.
Que se enreda entre mis manos,
que me cubre el rostro
y me acaricia,
que aminora el frío de cuando te vas.
Tu pelo precioso, preciosa, que no se aleje de mí...

Que hoy he venido a decirte
que hasta las marcas de mi piel están enamoradas de ti.