DE CUANDO AÚN NO ESTABAS TÚ

Hoy vengo a hablar del tiempo de cuando no estuviste.
De cuando había que reptar, y mendigar
y rebañar las tabas que me daban de limosna;
de los quistes del pasado arrancados a bocados.

De cuando no estuviste tú quedaron estas marcas
como carriles por la piel de quien quiso querer;
raíles de vagones descarriados, hastiados
de vagar por la oscuridad del antes de tu ser.

Dame de beber, dame tu boca,
o la pequeña lluvia de tus lágrimas.
Dame que se calme la sed
de todo el tiempo que no estuviste tú.

Y si hay que comer, comeré de tu vientre,
pan que calma el hambre,
hogaza dulce llena de luz;
refugio para el niño que fui, escondido
del miedo de cuando aún no estabas tú.

Hoy vengo a hablar de cuando no estuviste tú
y sopló el viento, y se hizo invierno,
y se arrastraron de golpe todas las mareas
contra el dique seco de mi pecho yermo.

Hoy vengo a hablar de tus manos pequeñitas,
de la primavera de las flores que nacen sembradas por mi espalda
cuando me abrazas en silencio.
Son agua de mayo, son oasis de desierto
cuando te acercas y me riegan los susurros de tu cuello.

Y si hay que beber, beberé de tu boca,
de tus labios de sonrisa sempiterna.
De la caja de Pandora del revés, capital Tulengua,
para perderse en sus rincones en las horas de tormenta,
y aliviar los moratones de cuando aún no estabas tú.

Hoy las marcas de mi piel son improntas acalladas,
arropadas ahora con tu pelo precioso de azahar.
Que se enreda entre mis manos,
que me cubre el rostro
y me acaricia,
que aminora el frío de cuando te vas.
Tu pelo precioso, preciosa, que no se aleje de mí...

Que hoy he venido a decirte
que hasta las marcas de mi piel están enamoradas de ti.

No hay comentarios: