LLORO

Estas lágrimas firmadas con tus huellas,
estos sueños que en tu nombre se derrumban,
este rostro marcado con tus suelas,

esta luz, esta sombra, esta penumbra.

Otra noche que olvidaste acariciarme,
otra ruina que clavaste con tu voz,
otra sangre en la que yo quiero quemarme,
otra boca, otra lengua, otro calor.

Otra manta que me envuelve en mi retiro,
alas de cera, laberinto, prisionera,
otra cárcel sin barrotes, sin suspiros,
otra cama, otro fuego donde yo ardiera.

¿Qué es buscarte, sin encontrar?
¿Añorar sin echar de menos?,
¿Arrastrarse por los sueños tras tus manos,
arrancarse tus desprecios a arañazos?

¿Qué es tenerte de mentira?
¿Qué es ser dueña de la nada más espesa?
¿De qué sirven las entrañas que golpeas,
las caricias que me tiras de limosna,
las mañanas que bailábamos desnudos,
los dos juntos en la alfombra?

Yo soy la súplica eterna por tu abrazo,
soy los lazos rotos de nuestra vergüenza,
soy la boca bien sedienta,
soy las llagas que revientan,
soy el hueco donde dejas tus zapatos.

Soy tu risa evaporada por el tiempo,
soy el aliento que ya no clavas en mi espalda,
soy la falda que olvidaste de quitarme,
soy el capricho hecho añicos por tus dedos,
por el tiempo o por cualquiera que se acuerde de mirarme.

Ahora lloro,
de apagarme por tus azules venas,
de ahogarme por tu sangre de príncipe
que adoro,
de pintarme las mejillas con negras ráfagas de pena,
lloro de sentarme a esperar inútilmente
que se cumple esta condena...

LA IMPACIENCIA

Oigo pulsar tus venas que suenan a guerra,
oigo el timbal de tu sangre arrebatada
llamando a las oscuras puertas de mi indecencia.

Oigo la impaciencia dibujada en el temblor de mi voz.

Siento el fuego de tu vientre,
y tu carne llamando a mi carne en celo,
y tu boca lamiendo mi boca,
y tu lengua de fuego lacerando mi vergüenza,
y mis manos de canalla por tu piel de terciopelo.

Siento la impaciencia dibujada en tu desnudo.

De lejos mirar,
y de hielo será el manto que me cubra en mi insolencia,
y el velo de mi mirada...


la nada...



...tu puta ausencia.

Y tu desprecio infectando aún más esta inocencia.

Me retuerce la impaciencia por fundirme en tu cuero.

Que quiero ser tu piel cuando te limpies,
y arrancarme así el pecado de rozarnos;
sudor tuyo contra sudor mío,
espalda, aullido, escalofrío.

Que quiero ser tus uñas cuando me arañes,
quiero sangrar el perdón por las comisuras de mis labios
verter en lágrimas rojas este dulce agravio,
mordisco enfermizo, solitario.

Me mastica la impaciencia entre tus dientes.

Caigo ante ti, oscura serpiente;
de repente sólo estás tú
y mis vísceras latiendo con vehemencia.

De repente sólo estás tú, rodeado de negro,
y el mundo guarda el silencio más amargo;
y mi grito muere enfermo...



Pasas de largo....



...y otra vez tu puta ausencia.

Soy la impaciencia por morir entre tus piernas.