estos sueños que en tu nombre se derrumban,
este rostro marcado con tus suelas,
esta luz, esta sombra, esta penumbra.
Otra noche que olvidaste acariciarme,
otra ruina que clavaste con tu voz,
otra sangre en la que yo quiero quemarme,
otra boca, otra lengua, otro calor.
alas de cera, laberinto, prisionera,
otra cárcel sin barrotes, sin suspiros,
otra cama, otro fuego donde yo ardiera.
¿Qué es buscarte, sin encontrar?
¿Añorar sin echar de menos?,
¿Arrastrarse por los sueños tras tus manos,
arrancarse tus desprecios a arañazos?
¿Qué es tenerte de mentira?
¿Qué es ser dueña de la nada más espesa?
¿De qué sirven las entrañas que golpeas,
las caricias que me tiras de limosna,
las mañanas que bailábamos desnudos,
los dos juntos en la alfombra?
Yo soy la súplica eterna por tu abrazo,
soy los lazos rotos de nuestra vergüenza,
soy la boca bien sedienta,
soy las llagas que revientan,
soy el hueco donde dejas tus zapatos.
Soy tu risa evaporada por el tiempo,
soy el aliento que ya no clavas en mi espalda,
soy la falda que olvidaste de quitarme,
soy el capricho hecho añicos por tus dedos,
por el tiempo o por cualquiera que se acuerde de mirarme.
Ahora lloro,
de apagarme por tus azules venas,
de ahogarme por tu sangre de príncipe
que adoro,
de pintarme las mejillas con negras ráfagas de pena,
lloro de sentarme a esperar inútilmente
que se cumple esta condena...