SUGAR LADY

Afuera la ciudad se tiñe de frío y se disfraza con la neblina del río,
y por las aceras resbalan los sueños que nunca tuvieron sitio.
Una vez supe que te estabas preocupando. 
Alguien me llamó para contármelo.
Me emborraché hasta el desmayo para celebrarlo.

Apuro la cerveza, ya sin fuerza, del fondo de mi corazón.

Creo que perdió la espuma y la cabeza con tu último adiós.
Solo quiero quedarme aquí sentado, 
porque aunque me espere la luna de vuelta, su puerta 
sé muy bien que no lleva a ningún lado.

Quizá podría intentar hablar con ésta, ésa o ninguna, 

tener la misma conversación, con la misma sonrisa impostada,
y regalarle más mentiras a mi alma muda.

Sé que ahora tú andas persiguiendo esa lluvia suave. 

Al ritmo de sus gotas, aquella noche vuelve a traspasarme.
Como todos los puñales noto el vello de mis brazos erizarse, 
como queriendo buscarte.
Tu cara empapada me pide que te acompañe
y creo que salimos juntos, a volar.
Me gustaría elevarme, una vez más, y encontrarte, pero todas las caras son falsedad.
En mis recuerdos no duele tanto extrañarte, y creo que sé salir de este bar.

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