La muerte es una serpentina caprichosa,
la azarosa boca que nos cubre efímera,
o longeva.
Se divierte achicando las rendijas de la ilusión,
siempre buscando la confirmación
que nunca llega.
A veces se entretiene entre tu pelo,
y en un momento laten todas las campanas
al unísono.
Y siempre piensa en mordisquearnos la piel
y hacernos viejos, en el mejor de los casos,
en el reposo.
Se nos lleva en el oleaje sin pedir permiso;
desatino, arrítmico pulso que nos estremece,
mas nunca cesa...
Y se divierte exprimiéndonos
entre sus fríos dientes de acero;
entre su niebla espesa.
Mientras nos curva la espalda damos gracias
por seguir teniendo su presencia extremecedora
por las venas.
Y se divierte quitándonos la vida como un rayo,
o despacito, sembrándonos de puñaladas
que nos ciegan.
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