CONTRA LOS CRISTALES IV

Que se doblan mis paredes, conmigo dentro.
que no avanzo, que no salgo,
que no valgo para amarrarme a tu centro.

Que te pierdo entre mi llanto,
y mientras tanto tú no paras de abrazarme;
y yo me decanto por lanzarme a la derrota,
al espacio en blanco
que han dejado nuestras bocas rotas
al decirse adiós de manera prematura.

Que así no era como debería de explotar mi pecho...
Que así no era como yo creía que lloraría por ti...

Y ahora que te llevas las lunas, las estrellas, y los mares,
ahora que sólo me quedan mis males,
los dolores y alguna foto arruinada de tus manos,
rotos, ausentes de voluntad, como animales,
nos deseamos a los ojos, y nos odiamos a la espalda.

Como seres inhumanos, que no entienden qué les falta,
no dejamos de arrastrarnos en mitad de los zarzales,
de buscarnos en lo extraño, en lo ajeno, en la basura.

Dame un gramito de locura que nos cure de este daño,
un susurro aquí en el alma que nos limpie este veneno.
Dame bálsamo del olor de tu mirada
que me muero en espantada si te busco en los espejos.

Deja que me desdibuje,
que me empuje contra los cristales como un suicida,
que me arda en la garganta o tu nombre o tu saliva,
que me derrito por las piernas y me hundo
en el pantano de la indiferencia de las semanas,
de los calcos de la vida, cuando no te queda vida,
de los calcos de la vida, cuando no te quedan ganas...

Y yo sólo quiero respirar de tu sonrisa
aunque se pierda en el vano,
que me fundo entre las noches y los días en tu ausencia.

Que así no temblaban antes mis manos...
Que así no era como debías dolerme...
Que así no era como yo disfrutaba este castigo...
que así me siento un trapo, un amargo y un inerte...

Que así no era como yo soñaba contigo...

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